viernes, 8 de julio de 2011

El argumento de los empleos para eludir las normas

En los últimos años se ha vuelto costumbre que cuando se toma una medida que afecta a algún empresario o grupo de empresarios, éstos argumenten que tendrán que eliminar puestos de trabajo y dejar a varias personas sin empleo.

Generalmente el argumento es falso y está más referido a decisiones que ya habían tomado antes de la nueva norma o de obligarlos a cumplir una existente, pero con eso buscan presionar al gobierno de cualquier nivel para que no los afecten.

La estrategia no es nueva, cuando comenzó el control al consumo de tabaco, las tabacaleras sacaron cifras extraordinarias de los empleos que se perderían, nunca contaron las vidas que se salvarían ni la cantidad de dinero que se ahorraría el sistema de salud, solo pusieron a sus empleados de escudo para evitar sus perdidas financieras.

Lo mismo ha sucedido con los impuestos y los controles en otras áreas, los floricultores cuando se prohibió el uso de insecticidas tóxicos para sus trabajadoras o por los horarios y tratos a los que eran sometidas, los Sanandresitos cuando se comenzó el control al contrabando y a la evasión de impuestos, con los importadores cuando se plantearon aranceles y muchos otros ejemplos.

El argumento es tan absurdo pero tan popular que no se nota, es como si dijeran "estoy violando la ley pero si me obligan a cumplirla se perderán muchos empleos" ¿no hay algo mas absurdo?

Eso ha venido sucediendo en Bogota con los establecimientos que funcionan en zonas donde no está permitido el uso del suelo, cuando se ordena su cierre obligan a sus empleados a interponer tutelas por derecho al trabajo cuando el responsable de que esa pérdida de empleo fue el mismo empresario que violó la ley y los puso a trabajar en un sitio donde no estaba permitido.

Lo mismo está pasando con los tenderos que están vendiendo licor y que se ven "afectados" por el Decreto 263 del 2011 que restringe la venta de licor hasta las 11pm. Cuando ellos abren sus negocios lo hacen en zonas residenciales y se supone que solo van a vender productos de consumo, la leche, el pan, etc. Pero un día deciden que vender trago es mas rentable y comienzan vendiendo unas cervezas, los vecinos no se quejan porque no los afecta, pero después sigue el aguardiente, la música a todo volumen, las riñas, los gritos y lo que era un barrio residencial se convierte en un infierno.

Efectivamente este es un problema económico. Para los tenderos por la reducción en las ventas y la "pérdida" de empleos y para la ciudad porque tiene que aumentar el pie de fuerza de policia para atender los problemas generados por la tienda, tiene que aumentar el gasto en salud publica por las riñas y las lesiones personales, tiene que invertir en gastos administrativos por la cantidad de quejas que comienzan a llegar de los vecinos y por ultimo, por la desvalorizacion de sectores enteros a causa del cambio de uso.

¿Qué se debe priorizar entonces, los ingresos económicos de los tenderos y los posibles impuestos que van a pagar o los gastos que todos los bogotanos y bogotanas vamos a tener que pagar a causa de su violación de la norma? parece una pregunta retórica pero hay muchas personas que aun creen que el bien individual debe primar sobre el general.

Si no tomamos conciencia de la necesidad cada vez mayor, de regular la venta y consumo de licor y generar medidas que reduzcan las externalidades negativas que produce, tendremos que acudir a medidas cada vez mas impositivas.

Lo mejor sería establecer una Política Pública de la Rumba, que incluya la puesta en marcha del Decreto 120 de 2010 del Ministerio de Protección Social, sobre consumo responsable de alcohol, una policia especializada en el manejo de personas alicoradas, unas licencias para la venta de licor y unas certificaciones sobre tipos de establecimientos y horarios de funcionamiento.

Esa será la única forma de reducir el 28% de homicidios asociados a consumo de licor que ocurrieron en Bogota en el año 2010 y de lograr que la rumba y la diversión sean un derecho que se puede ejercer de forma segura y tranquila.

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