lunes, 15 de octubre de 2007

SUEÑO PROFUNDO

Un cuento que nunca publique...

“-¿Los sueños envejecen, papá?, -No, los sueños nunca envejecen, -¿entonces, aunque pasen muchos años, los sueños siguen iguales? -No, los sueños crecen y cambian y también mueren -¿pero si no envejecen cómo se mueren los sueños? -Se mueren cuando no los alimentas, cuando dejas pasar el tiempo y te olvidas de ellos, entonces se entristecen y mueren -¿pero y si no se cumplen? Cuando alimentas un sueño ya se ha cumplido una buena parte, nunca olvides eso.

Creo que llevo varios días mirando al techo, no estoy seguro, porque no tengo una noción clara del tiempo, siento que han sido días pero pueden haber sido horas. El doctor dijo que tengo una crisis depresiva, una profunda tristeza, no se si tiene razón, sólo se que hace varios días que no lograba hallar razones para moverme, y ahora ni siquiera puedo hacerlo. Mirar al techo es todo lo que consigo hacer, mi cuerpo está vacío, mirando al techo.

“-¿Los sueños envejecen, papá?, -No, los sueños nunca envejecen”

No logro saber como llegué hasta aquí, solía ser un profesional brillante, exitoso, la envidia de mis compañeros de carrera, pero ahora no puedo siquiera levantarme, siento que perdí mi sentido, mis sentidos, mi sentido común. Estoy vacío, algo se fue de dentro de mí, algo salió y solo me di cuenta el día que me desperté mirando al techo.

“¿pero si no envejecen cómo se mueren los sueños? Se mueren cuando no los alimentas”

Ese día intente levantarme y seguir mi rutina diaria, un baño, afeitarme, un poco de loción, el traje del día, un café rápido, la prensa camino a la oficina y ocho horas de trabajo de escritorio; pero no pude, me quedé pegado, mirando al techo.

Hace algunos días note que estaba muy cansado, que no rendía igual y fui al médico. Soy un creyente incrédulo o un incrédulo creyente, así que voy un médico acupunturista y homeópata, muy a la moda, y luego de hablar un par de minutos y llorar una hora, me dio su diagnóstico, crisis depresiva. Al principio lo mire con incredulidad y le dije, ¡vamos doctor¡, por un poco de cansancio y una lágrima no me va a decir que estoy deprimido, apuesto que si fuera mujer diría que es el periodo. Pero él ratificó su diagnóstico, crisis depresiva. Creí que si me tomaba las goticas era suficiente, hasta que hoy me desperté mirando al techo.

“¿pero y si no se cumplen? Cuando alimentas un sueño ya se ha cumplido una buena parte, nunca olvides eso.”

En los pocos momentos en que puedo pensar tengo recuerdos rápidos de mi padre, esto sería la delicia para un psicoanalista. Recuerdo sobre todo su teoría sobre los sueños, para él los sueños no envejecían pero si podían morir, durante años estuve tratando de entender como algo que no envejece puede morir; la era moderna hace que eso sea posible con los juegos virtuales, pero en la vida real nunca he visto nada que pase de la existencia a la no existencia sin envejecer.

Sin embargo, mi padre decía que los sueños no envejecen, sólo mueren y no mueren por cualquier razón, mueren porque no los alimentas, algunas veces le pregunte a mi padre cómo se alimentaban los sueños, y él me dijo que lo descubriría cuando alimentara los míos, nunca lo descubrí.

“¿entonces, aunque pasen muchos años, los sueños siguen iguales? No, los sueños crecen y cambian y también mueren”

Esta inmovilidad obligada hace que piense, no son pensamientos muy racionales, son más bien trozos de pensamientos que se juntan sin sentido, un recuerdo aquí con un deseo acá y una historia más allá. En esos pedazos de pensamiento trato de recordar cuales eran mis sueños, estoy seguro que no era ser ingeniero, eso lo hice por cómodo y práctico, pero no logro recordar cuales eran. Hago recuentos de mi infancia, de mi adolescencia, pedazos de mi vida se me aparecen en flashes cortos, pero no veo mis sueños.

“¿Los sueños envejecen papá?...”

Qué hice con mis sueños, donde se quedaron, en que momento los deje de alimentar, cuando murieron, fue rápido o lento, fue suave o dura su muerte, tal vez desaparecieron con un suspiro de resignación y nunca me di cuenta de que morían. En esos trozos de recuerdos veo borrosamente una escena con mi padre, una escena en la que me explicaba como morían los sueños, sí pudiera recordar lo que decía.

“Y una vez muertos, papá, ¿puedo recuperar mis sueños?, si, hijo, existe una forma de revivir tus sueños, ¿cuál es? ¿cuál es?”

Sólo logro recordar fragmentos, sólo logro escuchar pedazos de la conversación, pero siento que algo allí tiene las respuestas, si tan sólo pudiera dejar de mirar al techo.

“Los sueños reviven cuando logras recordarlos, cuando logras revivir lo que te hacían sentir, cuando logras reconocer el camino que te lleva hasta ellos.”

¡Eso es! Esa es la clave, recordar, revivir, ¡vamos! Qué era lo que soñaba, qué era.

Algo está pasando, el techo se está moviendo, no puedo mirar hacia otro lado, pero se que se está moviendo. Qué sucede, no puedo pensar si se mueve, no puedo recordar, ¡necesito recordar!. Ahora no puedo ver, todo se ha vuelto oscuro, tal vez estoy dormido, eso es, mañana despertaré y me iré a trabajar. Mañana recordaré mis sueños y estoy seguro que dejaré de mirar al techo.

-A donde lo llevan- -A examinarlo- -Cuánto tiempo cree que lleva aquí- -Yo creo que tres días, tal vez más, lo sabremos después de examinarlo- -¿Puede cerrarle los ojos?- -Si, no hay problema- -Muerte natural- - Si, no hay marcas de nada- -Muy bien, llévenlo, alguien que le avise a la familia-

“-¿Y si nunca los revivimos? ¿Qué pasa cuando nuestros sueños mueren y nunca los revivimos? -Pasa que nosotros también morimos, a veces sin darnos cuenta, pero empezamos a morir y ya nadie nos salva. -Entonces, voy a soñar eternamente. ”





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La sabiduría suprema era tener sueños lo bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen.
- William Faulkner

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