De antemano ofrezco disculpas por las posibles imprecisiones históricas que tenga este relato, si alguien conoce más información al respecto y podemos armar la historia de la participación política de la comunidad LGBT, les agradezco que me la hagan llegar.
Las primeras experiencias de participación política del sector de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgeneristas – LGBT fueron en el año 1997 con tres candidatos al Concejo en las ciudades de Barranquilla, Medellín y Bogotá, de los cuales se retiraron los de Barranquilla y Bogotá (este último por no ser gay). Curiosamente, el candidato de Medellín recibió el aval del Partido Conservador y de las autoridades indígenas, pero no logró la curul.
Posteriormente hubo dos nuevos intentos en el año 2002 con un candidato a la Cámara por Bogotá de un movimiento independiente y un cuarto renglón al Senado del Partido Liberal, ninguno logró ser elegido, pero sentaron un precedente al interior del partido Liberal y conformaron el grupo Minorías Sexuales quienes por medio de una resolución temporal, obtuvieron una cuota para el sector LGBT para una elección interna del partido.
En el año 2003 se presentaron dos candidatos LGBT al Concejo de Bogotá, uno por el partido Liberal y otro por el recién creado Polo Democrático Independiente. En ese momento entraba en vigor la reforma política que obligaba a presentar listas únicas de candidatos por cada partido, por lo que la presencia de estos dos personas Gays en las listas, era una señal del reconocimiento de los partidos al avance del movimiento social LGBT. Sin embargo, nuevamente estos candidatos no lograron obtener las curules.
El año 2007 fue muy importante para la comunidad LGBT, la Corte Constitucional aprobó los derechos patrimoniales para parejas del mismo sexo, el proyecto de ley de parejas fue aprobado en todos los debates del Congreso pero hundido en la conciliación gracias a una jugada sucia de algunos congresistas y en las elecciones locales varios candidatos LGBT se postularon. En el caso de Bogotá varias personas se lanzaron a ediles y concejales pero sólo uno fue elegido, Sebastian Romero, nuestro Milk Colombiano. Un año realmente exitoso para los derechos de las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgeneristas.
Podría decirse que lograr que un candidato abiertamente homosexual ganará un cargo de elección popular representa el poder del voto rosa, pero ¿esto es cierto? la mayoría de las personas LGBT parecieran no tener en cuenta la orientación sexual a la hora de votar, tampoco parecen tener en cuenta el partido y el apoyo que este le brinde al tema pues de ser así todos votarían por un mismo partido, entonces ¿cual es la ventaja de que los candidatos asuman públicamente su orientación sexual?
Recientemente el blog Orgullo LGBT presentó los candidatos que apoyan políticas públicas para población LGBT, no necesariamente son gays o lesbianas o transgeneristas o bisexuales pero se comprometen a trabajar a favor de los derechos de la comunidad LGBT, varios de ellos están haciendo campaña anunciando públicamente su orientación sexual y será el momento para evaluar si el voto rosa cuenta.
Por mi parte creo que asumir públicamente la orientación sexual o la identidad de género (ésta última más difícil de ocultar) por parte de un candidato, es un acto de valentía, de transformación de imaginarios, de reivindicación de nuestros derechos y por supuesto una forma de activismo pero necesitamos mejorar la formación política de las personas LGBT para que esta postura realmente tenga réditos políticos, no se trata de votar por alguien sólo porque es homosexual, ojalá sea una persona que entienda, defienda y promueva los derechos de las personas LGBT, pero el simple hecho de salir del clóset es un avance político.
La formación política permitiría que las personas LGBT dejen de apoyar candidatos abiertamente homofóbicos, que no tienen ningún reparo en criticarnos públicamente pero pedir nuestros votos en privado, como amantes escondidos, si quieren nuestros votos que nos defiendan públicamente y no sean vergonzantes. La formación también permitiría que el voto rosa tenga fuerza como la que tiene actualmente el voto cristiano, abiertamente homofóbico y tan atractivo para los candidatos que muchos de ellos ya dicen "Dios los bendiga" cuando se despiden.
Mientras la orientación sexual se siga usando para desprestigiar a un candidato como lo hace un columnista de Kien&ke que insinúa la orientación sexual de ex presidentes y candidatos tratando de mostrar que son mentirosos, tendremos pocos candidatos que se atrevan a hacer pública su orientación sexual, pero si no lo hacen jamás romperemos el círculo vicioso que ese dilema conlleva.
Hagamos valer nuestro voto rosa, votemos bien, votemos a conciencia y votemos pensando si esos candidatos realmente serían los mejores para lograr el respeto por la diversidad que necesita esta ciudad.
Podría decirse que lograr que un candidato abiertamente homosexual ganará un cargo de elección popular representa el poder del voto rosa, pero ¿esto es cierto? la mayoría de las personas LGBT parecieran no tener en cuenta la orientación sexual a la hora de votar, tampoco parecen tener en cuenta el partido y el apoyo que este le brinde al tema pues de ser así todos votarían por un mismo partido, entonces ¿cual es la ventaja de que los candidatos asuman públicamente su orientación sexual?
Recientemente el blog Orgullo LGBT presentó los candidatos que apoyan políticas públicas para población LGBT, no necesariamente son gays o lesbianas o transgeneristas o bisexuales pero se comprometen a trabajar a favor de los derechos de la comunidad LGBT, varios de ellos están haciendo campaña anunciando públicamente su orientación sexual y será el momento para evaluar si el voto rosa cuenta.
Por mi parte creo que asumir públicamente la orientación sexual o la identidad de género (ésta última más difícil de ocultar) por parte de un candidato, es un acto de valentía, de transformación de imaginarios, de reivindicación de nuestros derechos y por supuesto una forma de activismo pero necesitamos mejorar la formación política de las personas LGBT para que esta postura realmente tenga réditos políticos, no se trata de votar por alguien sólo porque es homosexual, ojalá sea una persona que entienda, defienda y promueva los derechos de las personas LGBT, pero el simple hecho de salir del clóset es un avance político.
La formación política permitiría que las personas LGBT dejen de apoyar candidatos abiertamente homofóbicos, que no tienen ningún reparo en criticarnos públicamente pero pedir nuestros votos en privado, como amantes escondidos, si quieren nuestros votos que nos defiendan públicamente y no sean vergonzantes. La formación también permitiría que el voto rosa tenga fuerza como la que tiene actualmente el voto cristiano, abiertamente homofóbico y tan atractivo para los candidatos que muchos de ellos ya dicen "Dios los bendiga" cuando se despiden.
Mientras la orientación sexual se siga usando para desprestigiar a un candidato como lo hace un columnista de Kien&ke que insinúa la orientación sexual de ex presidentes y candidatos tratando de mostrar que son mentirosos, tendremos pocos candidatos que se atrevan a hacer pública su orientación sexual, pero si no lo hacen jamás romperemos el círculo vicioso que ese dilema conlleva.
Hagamos valer nuestro voto rosa, votemos bien, votemos a conciencia y votemos pensando si esos candidatos realmente serían los mejores para lograr el respeto por la diversidad que necesita esta ciudad.